Mirada


- ¡Miau! ¿Qué miras tan fijamente, Bugs?

- Nada Blas, sólo miro.

- Ya estamos con tus bobadas. Sólo miro, sólo miro. Cuando miras, miras a algo. O a alguien. Hay algo detrás de la mirada, un objetivo, un fin. No ves; miras. Si miras y no hay nada, ¿para qué mirar? Es como oler cuando no hay olor; u oir cuando hay silencio; o saborear cuando nada te toca la lengua; o palpar cuando acaricias el aire. Es nada, no hay nada. Todo un sinsentido. Miau.

- Blas, esas son las pequeñas cosas. Aún te quedan cosas que aprender de los humanos.

- Creo que es a ti al que le quedan muchas cosas que aprender de los humanos. ¡Miau!

- ¡Qué mal te sienta dormir, Blas!

Despertar

Negro oscuro.

Negro claro.

Naranja.

Negro claro.

Naranja. Es luz. Luz intensa, que rompe la opacidad de mis pápados. Estoy durmiendo, pero me despierto.

¿Cuánto tiempo llevo dormido? Y Blas, ¿dónde está Blas? Su cajón está cerrado. Era el segundo ¿no?. Sí, ese era. Lo abro. Uff, menos mal, ¡aquí estás!

¡Blas! ¡Despierta Blas!

Ya abres los ojos. La luz, intensa luz, entra por la ventana del comedor. Los mismos ojos de siempre. No los he olvidado. Tan tuyos, tan felinos. No sé cuánto llevo durmiendo. Supongo que lo mismo que tú, ¿no crees, Blas? Estoy aturdido, me encuentro perdido, pero reconozco esta casa. He tenido un sueño raro, Blas.

He soñado con un cielo rojo de día, y poco estrellado por la noche. Y con una montaña nevada, sí. Y justo a su pie una ciudad, una gran ciudad. Y había muchos árboles, todos en flor, una flor rosa blanquecina. Y había mucha gente, toda desconocida, muy dispar, con los ojos como tú, Blas. Aunque más pequeños. Pero parecidos a los tuyos, seguro. Caminaban entre edificios altos y pagodas de tejas oscuras. Y olía a pez, y a hierba, y a madera.

Mira Blas, tengo una carta. ¡Oh!, es ella. De la que te hablé la última vez. Dice que se ha ido, a la ciudad de mi sueño, y que volverá. Que esa gente, la de los ojos felinos, piensa diferente.

Me acuerdo de ella, que está tan lejos, que está tan cerca.

http://estagentepiensadeotramanera.blogspot.com/

Tráeme flores de Sakura.

Tic. Tac.


Blas, hoy me ha dado por pensar. Si, pensar. Sobre el tiempo. Ese invento tan humano. Porque lo de medir el tiempo, depender del tiempo, vivir en el tiempo, sólo es cosa de humanos. Tú te guías por la luz del sol. Cuando no hay, duermes en el cajón. Cuando brilla, correteas por casa. Es así de fácil. Así de complicado.

Nosotros, en cambio, seguimos las pautas que marcan nuestra manera de entender el tiempo. A veces, cuando no hay sol, no dormimos. Y comer, siempre en los mismos momentos. No cuando tenemos hambre, como tú, Blas. Así somos, ¿complicados? Eso creo.

¿Qué dices Blas? Ah, que por qué pienso en el tiempo. Porque a pesar de no ser nada, de no tener forma, ser incorpóreo y ser sólo un concepto, es traicionero. Muy traicionero. Y nunca perdona, jamás. Para nosotros, 365 días, conforman un año. Y he pensado en la cantidad de días que he vivido y que jamás se repetirán. Y me apena. Me entristece. Quiero regresar.

Tal vez es un vicio enfermizo, esto de medir el tiempo. Porque es eso lo que nos hace siempre volver la vista atrás y añorar lo que fuimos. Es el tiempo el que nos recuerda las personas que estuvieron. Él. Ella. Ella. Ah si, y él. Y también ella, claro. Todos. ¿Dónde están? ¿Qué harán? Habrán cambiado, seguro. Para mejor.

¿Sabes Blas? Yo también he cambiado, mucho. Y tú, ¿cambiarás también? No sé como evoluciona la personalidad felina, pero estoy seguro que en unos años, no serás el mismo. Y espero que entonces, estés también aquí.

Y lo vuelvo hacer, pensar en el tiempo. En el futuro.

Crisis

-Ya no puedo más. Siempre igual. Es abrir el periódico, leer la primera noticia, y que se hable de lo mismo. Sé que es importante, pero me cansa. ¡Crisis!

-Pero Bugs, ¿qué es crisis?

-¿Qué es crisis? Pufff. ¿Cómo te explico? Verás, hay distintos tipos de crisis. Están las crisis de amor. Estas ocurren cuando sufres por una persona a la que estimas mucho, sin la que no puedes vivir, a la que siempre quieres ver. Y sufres porque te hirió, o porque tú le heriste. O, incluso, porque ni siquiera sabe que existes.

-Eso del amor sigue sin quedarme claro. Pero sigue.

-Bueno, un día te dejaré ver Amelie, ya verás cómo lo entiendes. Continúo. También hay crisis existenciales. Estas son de las que nadie quiere tener pues se dan cuando no te identificas con lo que estás siendo. Me explico mejor. Hay veces que actuamos de una manera determinada para complacer a los demás, pero que no es la manera como nos comportaríamos si lo hiciéramos con libertad. O incluso, pensamos cosas que no nos gusta pensar. Eso es una crisis existencial.

-Cada vez los humanos me parecéis más tontos. ¿Por qué vas a pensar algo que no te gusta pensar?

-¡Intenta abrir tu mente, gato! Hay veces, otras, en que la crisis se da por el devenir del futuro. Estas ocurren, sobre todo, cuando algo que llevas haciendo durante un tiempo de manera continua está a punto de terminar, y no sabes cómo seguir. Estas crisis, para la gente indecisa, son las peores.

-Vamos, que a ti estas te afectan en exceso, ¿no?

-Podría decirse. Pero bueno, no hablamos de mí. Pues bien, la crisis a la que tanto se refieren los periódicos, viene causada por el dinero. Una crisis económica tiene lugar cuando el dinero con el que alguien contaba, desaparece. Y puede desaparecer por varios motivos. Uno de ellos...

-Calla ya, Bugs. Tanta enumeración me está cansando. Además, eso del dinero, tampoco lo entiendo mucho. Son esos papeles y trozos de metal que siempre llevas en el bolsillo, ¿no?

-Si. Eso es el dinero.

-Y, ¿para qué sirve?

-Pues para comprar cosas. Mira, tu comida, la consigo en un supermercado cambiándola por unos cuantos trozos de metal. O mi comida. O el mueble donde duermes. Todo se consigue cambiándolo por dinero

-Así que, por unas chapas y unos papeles que han desaparecido, el mundo está yendo al caos. Nunca os entenderé, humanos.

De vuelta

Ya llegamos Blas, ¡por fin!. Sal del cajetín y corretea un poco por casa. El largo vuelo encerrado en ese pequeño cubiculo te habrá dejado agotado, supongo. Yo, por suerte, me puede pesear por el pasillo del avión, arriba y abajo, arriba y abajo. También me asomé por la ventanilla de mi lado. Desde allí ví como pasabamos sobre las nuebes por encima del desierto, del mar, de altas montañas y de llanuras nevadas.

Eso, eso, Blas. Sal al patio si quieres. Aprovecha aquí que no hay hielo y el sol brilla, aunque de manera ligera. Allí donde hemos estado este mes estaba lejos. Al sur de nada, pues todo estaba al norte. Donde el agua no era líquida, y el cielo no era azul. Allí, en ese apartado país, el sol casi no se ve durante un tiempo, y luego no se oculta nunca. Allí, los árboles son blancos, y no verdes. Allí, por la calle, pocos hay de los tuyos, y menos de tu color. Allí, residen gran parte de los sueños.

-Bugs, calla ya, y échate a dormir. !Siempre con tus tonterias¡

-Está bien, Blas. Voy a la cama.

Yo también intentaré dormir, miau. ¡Qué pesado resulta Bugs, cuando no calla! Siempre son su ensoñaciones, sus fantasias, sus ilusiones. A ver si me acomodo en mi cajón, aquí en el salón. Miau. Pero no puedo dormir...¿y si me voy con Bugs? Si, me iré a dormir a sus pies.

Ser azul

¡Buff! Blas, hoy las ganas se me han quedado pegadas a las sábanas y no me sale hacer nada. Nada de nada. Ni lo más fácil. Pero no sé por qué. ¡Cómo me gustaría un cambio! Algo diferente. Una transformación radical, una novedad que me sorprenda y altere a todos. Transmutarme en algo extraño.

Sería genial volverme azul. ¡Sí, azul!

Pero no cualquier azul. No el azul del mar. No, ese no. El azul del mar es profundo. Y vasto, largo, solitario, pacífico, turbulento, inmenso, pequeño, agobiante, pacífico. No, no quiero ese color. ¿Cuál es la diferencia entre el azul del mar y el azul marino? ¿Existe un azul marinero? ¿Habrá marineros azules? En ese caso, volverme azul ya no sería peculiar.

Tampoco quiero ser del color del azul del cielo. Ese es lejano. Y brillante, atemporal, etéreo, engañoso, protector, vencedor, hipócrita, silencioso, cínico, verdadero, sincero, húmedo. El azul del cielo no lo quiero para mí. No. Además, el azul del cielo cambia mucho, cada poco tiempo. Hoy es azul alegre, mañana triste. Otros días el azul del cielo es dulce, otros lloroso. Algunos es tan serio que no apetece ni mirarlo.

Hay tantos azules que no sé por cual decidirme. El azul pastel es poco vivo. Y el azul cian muy chispeante. El azul celeste no dice lo que tiene que decir. El azul turquesa me gusta. Pero muchos dicen que no es azul, que es verde. Es algo confuso, y yo quiero ser azul, así que mejor no escojo ese.

¿Sabes Blas? El otro día en un documental vi que el hielo, además de blanco, puede ser azul. Y ese azul me gustó. Porque es un azul vivo, cambiante, transitorio, único, poderoso, sencillo y frío. Si, creo que escojeré ese azul para mi.

¿Cómo conseguiste tú volverte de color negro?

Un país lejano

¡Adios Bugs!

Este humano, mira que es peculiar. Acaba de salir de casa, muy contento. Ha dicho que como llovía, quería aprovechar para dar una vuelta por el parque de dabajo de casa. Que así se mojaba, y podría saltar por la hierba. No entiendo muy bien. ¡Miau!

Es curioso como los humanos, o al menos éste, cambian de humor según lo que escuchan o ven. Hoy Bugs, nada más levantarse, ha puesto corriendo la tele, ese aparato que contiene más humanos dentro que hablan entre sí. Bueno, hablan, ríen, lloran, se pegan, duermen, cocinan. ¡De todo! Deben de ser humanos más pequeños que viven en casas de otros más grandes, como Bugs. ¡Miau! Bueno, a lo que iba, que me despisto.

En la tele salían muchos humanos gritando, moviendo trozos de tela de color rojo y blanco a rallas con un cuadrado azul. ¡Ah! y estrellas blancas. Muchos lloraban, otros reían, otros gritaban. Pero sólo había uno que hablaba. Y estaba más alto que los demás. Y lo más raro: no era del mismo color que Bugs, sino más oscuro. ¡Miau! El gato negro de los humanos.

En ese momento Bugs se ha puesto a saltar. Ha dicho que era de felicidad. Y me ha explicado que esas personas viven en un país lejano, pero muy poderoso. Y yo me pregunto, ¿por qué dice lejano, si viven en casa, en eso que Bugs llama tele? A lo que iba. ¡Miau! Bugs me ha explicado que ese país es tan poderoso que influye en todos los demás. Y que han elegido a la persona que les va a mandar. Ha dicho algo sobre el pus que por fin salía, pero no le he querido preguntar de donde. Es algo desagradable hablar de pus, ¿no? ¡Miau!

Después me ha contado que había dos candidatos. Uno que es presidente de una compañía de patatas fritas. Y el otro, el que finalmente ha ganado. Ha dicho que por fin se han roto las barreras de la discriminación racial. Por fin el color de la piel de una persona ha dejado de importar. Que ahora se siente en un mundo más igual. ¡Menos mal que no ha ganado el de las patatas!, ha dicho. Pero yo, no entiendo nada. ¿Por qué ha de importar el color de la piel? Entre los gatos habemos de color negro, gris, pardo, amarillo, incluso blanco. A veces, algunas hembras hasta combinan dos colores. Pero vamos, todos somos gatos. ¡Miau! No sé si es que Bugs es raro, o que todos los humanos lo son.



Allí está Bugs, en el parque. Saltando. Riendo. Y empapado