Ya llegamos Blas, ¡por fin!. Sal del cajetín y corretea un poco por casa. El largo vuelo encerrado en ese pequeño cubiculo te habrá dejado agotado, supongo. Yo, por suerte, me puede pesear por el pasillo del avión, arriba y abajo, arriba y abajo. También me asomé por la ventanilla de mi lado. Desde allí ví como pasabamos sobre las nuebes por encima del desierto, del mar, de altas montañas y de llanuras nevadas.
Eso, eso, Blas. Sal al patio si quieres. Aprovecha aquí que no hay hielo y el sol brilla, aunque de manera ligera. Allí donde hemos estado este mes estaba lejos. Al sur de nada, pues todo estaba al norte. Donde el agua no era líquida, y el cielo no era azul. Allí, en ese apartado país, el sol casi no se ve durante un tiempo, y luego no se oculta nunca. Allí, los árboles son blancos, y no verdes. Allí, por la calle, pocos hay de los tuyos, y menos de tu color. Allí, residen gran parte de los sueños.
-Bugs, calla ya, y échate a dormir. !Siempre con tus tonterias¡
-Está bien, Blas. Voy a la cama.
Yo también intentaré dormir, miau. ¡Qué pesado resulta Bugs, cuando no calla! Siempre son su ensoñaciones, sus fantasias, sus ilusiones. A ver si me acomodo en mi cajón, aquí en el salón. Miau. Pero no puedo dormir...¿y si me voy con Bugs? Si, me iré a dormir a sus pies.
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1 comentario:
m'encanta el blas, encara que no se si estic preprada per un gat que enrraona.
Besotes
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