¡Adios Bugs!
Este humano, mira que es peculiar. Acaba de salir de casa, muy contento. Ha dicho que como llovía, quería aprovechar para dar una vuelta por el parque de dabajo de casa. Que así se mojaba, y podría saltar por la hierba. No entiendo muy bien. ¡Miau!
Es curioso como los humanos, o al menos éste, cambian de humor según lo que escuchan o ven. Hoy Bugs, nada más levantarse, ha puesto corriendo la tele, ese aparato que contiene más humanos dentro que hablan entre sí. Bueno, hablan, ríen, lloran, se pegan, duermen, cocinan. ¡De todo! Deben de ser humanos más pequeños que viven en casas de otros más grandes, como Bugs. ¡Miau! Bueno, a lo que iba, que me despisto.
En la tele salían muchos humanos gritando, moviendo trozos de tela de color rojo y blanco a rallas con un cuadrado azul. ¡Ah! y estrellas blancas. Muchos lloraban, otros reían, otros gritaban. Pero sólo había uno que hablaba. Y estaba más alto que los demás. Y lo más raro: no era del mismo color que Bugs, sino más oscuro. ¡Miau! El gato negro de los humanos.
En ese momento Bugs se ha puesto a saltar. Ha dicho que era de felicidad. Y me ha explicado que esas personas viven en un país lejano, pero muy poderoso. Y yo me pregunto, ¿por qué dice lejano, si viven en casa, en eso que Bugs llama tele? A lo que iba. ¡Miau! Bugs me ha explicado que ese país es tan poderoso que influye en todos los demás. Y que han elegido a la persona que les va a mandar. Ha dicho algo sobre el pus que por fin salía, pero no le he querido preguntar de donde. Es algo desagradable hablar de pus, ¿no? ¡Miau!
Después me ha contado que había dos candidatos. Uno que es presidente de una compañía de patatas fritas. Y el otro, el que finalmente ha ganado. Ha dicho que por fin se han roto las barreras de la discriminación racial. Por fin el color de la piel de una persona ha dejado de importar. Que ahora se siente en un mundo más igual. ¡Menos mal que no ha ganado el de las patatas!, ha dicho. Pero yo, no entiendo nada. ¿Por qué ha de importar el color de la piel? Entre los gatos habemos de color negro, gris, pardo, amarillo, incluso blanco. A veces, algunas hembras hasta combinan dos colores. Pero vamos, todos somos gatos. ¡Miau! No sé si es que Bugs es raro, o que todos los humanos lo son.
Allí está Bugs, en el parque. Saltando. Riendo. Y empapado
Este humano, mira que es peculiar. Acaba de salir de casa, muy contento. Ha dicho que como llovía, quería aprovechar para dar una vuelta por el parque de dabajo de casa. Que así se mojaba, y podría saltar por la hierba. No entiendo muy bien. ¡Miau!
Es curioso como los humanos, o al menos éste, cambian de humor según lo que escuchan o ven. Hoy Bugs, nada más levantarse, ha puesto corriendo la tele, ese aparato que contiene más humanos dentro que hablan entre sí. Bueno, hablan, ríen, lloran, se pegan, duermen, cocinan. ¡De todo! Deben de ser humanos más pequeños que viven en casas de otros más grandes, como Bugs. ¡Miau! Bueno, a lo que iba, que me despisto.
En la tele salían muchos humanos gritando, moviendo trozos de tela de color rojo y blanco a rallas con un cuadrado azul. ¡Ah! y estrellas blancas. Muchos lloraban, otros reían, otros gritaban. Pero sólo había uno que hablaba. Y estaba más alto que los demás. Y lo más raro: no era del mismo color que Bugs, sino más oscuro. ¡Miau! El gato negro de los humanos.
En ese momento Bugs se ha puesto a saltar. Ha dicho que era de felicidad. Y me ha explicado que esas personas viven en un país lejano, pero muy poderoso. Y yo me pregunto, ¿por qué dice lejano, si viven en casa, en eso que Bugs llama tele? A lo que iba. ¡Miau! Bugs me ha explicado que ese país es tan poderoso que influye en todos los demás. Y que han elegido a la persona que les va a mandar. Ha dicho algo sobre el pus que por fin salía, pero no le he querido preguntar de donde. Es algo desagradable hablar de pus, ¿no? ¡Miau!
Después me ha contado que había dos candidatos. Uno que es presidente de una compañía de patatas fritas. Y el otro, el que finalmente ha ganado. Ha dicho que por fin se han roto las barreras de la discriminación racial. Por fin el color de la piel de una persona ha dejado de importar. Que ahora se siente en un mundo más igual. ¡Menos mal que no ha ganado el de las patatas!, ha dicho. Pero yo, no entiendo nada. ¿Por qué ha de importar el color de la piel? Entre los gatos habemos de color negro, gris, pardo, amarillo, incluso blanco. A veces, algunas hembras hasta combinan dos colores. Pero vamos, todos somos gatos. ¡Miau! No sé si es que Bugs es raro, o que todos los humanos lo son.
Allí está Bugs, en el parque. Saltando. Riendo. Y empapado
2 comentarios:
Te habia dejado un comentario pero al darle a enviar se me ha colgado la page y ahora no sé lo que puse xD. Solo recuerdo: Viva Barack Obama y que se aguante el chaval que ama a Sarah Palin!!(x cierto, a mi no me aparece su blog. me dice que no existe la page)
Un abrazo Bugs!!(O serx lo que prefieras :P)
ay como te lea mi profesor de Etología....
;)
un besooooo (María..)
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